martes, 24 de enero de 2012

Un hombre serio


Desvelado, sin poder volver a conciliar el sueño, no puedo sacar de mi mente una pregunta: ¿qué significa ser realmente un hombre serio? Hay quienes piensan que la seriedad de una persona se encuentra en su apariencia, en cómo se viste o se peina, o en el color de su cabello, en vez de ubicarla en la pasión o la dedicación con que se entregan a una cosa. Para ellos, seriedad es sinónimo de no atreverse a tomar un riesgo en la vida, significa no escucharse a sí mismos, es dejar de hacer algo que realmente quieren por la opinión anónima que tal vez se tenga de ellos. Pero para mí eso es conformismo, es vivir la vida a medias, es dejar escapar el momento, es asesinar la espontaneidad en tu alma. Después de todo, ¿quién dice que hay una sola manera de ser serio? La seriedad implica autenticidad y la autenticidad implica autonomía, la capacidad de tomar decisiones por uno mismo. La madurez es la capacidad de decir "¡Sí, esto es lo que quiero!"sin importar sobre lo que uno esté decidiendo. Me parece triste que en el mundo en que vivimos se confunda la seriedad con vestirse de traje, hacer dinero, casarse, comprar una casa o un coche, "establecerse". Para mí, un hombre serio es aquél que no comete injusticia contra nadie, que se apega a su palabra, defiende la justicia, es sensible frente al dolor de otros animales humanos y no humanos, expresa su inconformidad cuando no está de acuerdo con algo, sabe ser su propio amigo y de los demás, disfruta su vida a cada instante y se propone constantemente nuevas metas y aventuras. Sócrates fue un hombre tal. Iba a poner una cita sobre él, cuando recordé otro personaje tan serio como él: el Principito. No hay prueba más fehaciente de que la seriedad puede encontrarse hasta (aunque yo diría sobre todo) en el libro más "infantil". Espero seriamente que disfruten el siguiente pasaje:

- (...) Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que yo, ha pensado en poseerlas.
- Eso es verdad - dijo el Principito - ¿ y qué haces con ellas?
-Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez - contestó el hombre de negocios -. Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!
El Principito no quedó del todo satisfecho.
-Si yo tengo un pañuelo de seda, puedo ponérmelo al cuello y llevármelo. Si soy dueño de una flor, puedo cortarla y llevarla también. ¡Pero tu no puedes llevarte las estrellas!
-Pero puedo colocarlas en un banco.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en un cajón ese papel.
-¿Y eso es todo?
-¡Es suficiente!
"Es divertido, pensó el principito, y bastante poético. Pero eso no es serio".
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las que suele tener las personas mayores.


jueves, 19 de enero de 2012

Encuentros


Whoever you are, now I place my hand upon you
that you be my poem...

"To you" Walt Whitman

¿Qué es el encuentro entre dos personas? Un suceso indescriptible con palabras. Caminamos por la calle todos los días, sin pensar que en ese momento la persona que pasa junto a nosotros tiene un rostro, una historia, una realidad. Algunos encuentros son más largos que otros. Unos son breves, fugaces. Me encuentro con un hombre que pide dinero en el suelo, con una mujer que lleva a sus hijos a la escuela, con un hombre que me mira feo. A los encuentros largos los llamamos amigos. ¿Qué diferencia existe entre esos encuentros y aquéllos? Si la situación hubiera sido diferente, ¿no llamaría yo a esos encuentros breves amigos? El mundo está lleno de personas tontas. La mayoría no se da cuenta del misterio que sucede frente a sus ojos. La verdadera pregunta importante es ésta: ¿cómo quieres afectar la vida de otra persona? ¿Cómo quieres que sea su encuentro? Porque cada encuentro es un suceso irrepetible. Queda marcado en la tela del tiempo. ¿O acaso no es real? ¿Es como un sueño? Nuestros recuerdos son las únicas huellas que quedan de nuestros encuentros. Yo sí sé qué clase de encuentro quiero ser para ti: aquél que llene tu vida de alegría y felicidad; aquél que aunque ya no esté presente, recuerdes con gusto y sin nostalgia. Yo también quiero que tú seas un recuerdo así para mí.